La Vanguardia 20/01/02017. Extracto artículo entrevista a Jordi Domigo Ribas.
Soy un psiquiatra biologista conductual clásico.
- Lo sé.
Y puedo asegurar que curo más con el amor que con los fármacos, así que combino ambas cosas.
- Sufrimos una epidemia de ansiedad.
Sí, de ansiedad y de depresión. Mi teoría es que se debe a la falta de valores. La clave está en potenciar tu alma, la capacidad de amar y de dar.
- La clase media venida a menos sobrevivimos entre interminables obligaciones.
Ese exceso de obligaciones y trabajo nos impide crecer espiritualmente.
- No cabe en la agenda.
Por eso olvidamos que nacemos con la felicidad dentro. Crecemos y la buscamos fuera, y así apagamos el entusiasmo y la satisfacción de dar lo que tenemos. Desesperados, hacemos meditación para reducir nuestra ansiedad, pero en general no para crecer. Estamos en mínimos.
- Necesitamos a los otros para crecer.
Sí, necesitamos ser amables con los demás, poner en práctica nuestra generosidad, paciencia y capacidad de comprensión para desarrollarlas; esto es crecimiento interior.
- Amar es un verbo que se debe conjugar.
Los estudios demuestran que los niños que crecen con sus abuelos en casa son más felices y equilibrados. Pero hoy, como molestan y no producen, los dejamos en residencias.
- Hábleme como psiquiatra.
Le estoy hablando como psiquiatra. Le aseguro que la mejor medicina para acabar con la propia ansiedad o depresión es dar amor, a tus plantas, a tu perro, a tu gente..., y si puedes, a todo aquel con quien te cruzas. Pero dar amor para recibir amor..., eso es un contrato.
- Perdone, pero si das y no recibes nada, eso es el desierto.
El otro será el desierto, no tú. Le aseguro que ayudar a morir a una persona te llena de vida. Nosotros lo hacemos y no cobramos por ello, lo que nos causa problemas en el hospital, que es privado. El concepto de amor está muy equivocado en nuestra sociedad. Amor es dar.
- Creía que los psiquiatras no deben involucrarse emocionalmente con sus pacientes.
Yo quiero a mis enfermos, tengo 55.000 historias abiertas, e intento curarlos con pastillas, con psicología y con amor. “Doctor –me dicen–, que usted quiera que yo esté bien me da fuerza para estar bien”.
- Es usted un extraño psiquiatra.
He pasado muchos años y muchas horas en manicomios con enfermos muy graves y medicados, pero a los que el amor también les llega.
- Ahora viven en hospitales psiquiátricos.
Sí, han perdido los jardines. Son enfermos que viven encerrados en sí mismos, esquizofrénicos graves, pero responden al amor. Yo he tenido la suerte de buscar siempre la bondad.
- ¿Por qué?
Mi madre me regaló una gran lección. Tuvimos una cocinera durante 40 años en casa; cuando se hizo viejecita se quedó inválida y mi madre nos dijo: “María se queda en casa”. Hasta que murió, siete años después, mi madre le limpió el culo. Teníamos servicio, así que le pregunté: “Mamá, ¿por qué no lo hace la asistenta?”.
- ¿Y qué le contestó?
“Porque no es su trabajo. El trabajo de cuidar a María es mío”. Fue una lección absoluta de valores humanos que me ayudó a crecer.
- ¿Un científico creyente?
Yo no creo en Dios, ojalá, pero sí en la bondad, y en su carencia, que se parece mucho al mal. A los 18 años trabajé en un orfanato en Barcelona; los niños me contaron que sufrían abusos sexuales; cuando dije a la dirección que lo iba a denunciar me amenazaron, me asusté y lo dejé.
Artículo completo: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20170120/413511629424/curo-mas-con-el-amor-que-con-los-farmacos.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=facebook&utm_medium=social
- Lo sé.
Y puedo asegurar que curo más con el amor que con los fármacos, así que combino ambas cosas.
- Sufrimos una epidemia de ansiedad.
Sí, de ansiedad y de depresión. Mi teoría es que se debe a la falta de valores. La clave está en potenciar tu alma, la capacidad de amar y de dar.
- La clase media venida a menos sobrevivimos entre interminables obligaciones.
Ese exceso de obligaciones y trabajo nos impide crecer espiritualmente.
- No cabe en la agenda.
Por eso olvidamos que nacemos con la felicidad dentro. Crecemos y la buscamos fuera, y así apagamos el entusiasmo y la satisfacción de dar lo que tenemos. Desesperados, hacemos meditación para reducir nuestra ansiedad, pero en general no para crecer. Estamos en mínimos.
- Necesitamos a los otros para crecer.
Sí, necesitamos ser amables con los demás, poner en práctica nuestra generosidad, paciencia y capacidad de comprensión para desarrollarlas; esto es crecimiento interior.
- Amar es un verbo que se debe conjugar.
Los estudios demuestran que los niños que crecen con sus abuelos en casa son más felices y equilibrados. Pero hoy, como molestan y no producen, los dejamos en residencias.
- Hábleme como psiquiatra.
Le estoy hablando como psiquiatra. Le aseguro que la mejor medicina para acabar con la propia ansiedad o depresión es dar amor, a tus plantas, a tu perro, a tu gente..., y si puedes, a todo aquel con quien te cruzas. Pero dar amor para recibir amor..., eso es un contrato.
- Perdone, pero si das y no recibes nada, eso es el desierto.
El otro será el desierto, no tú. Le aseguro que ayudar a morir a una persona te llena de vida. Nosotros lo hacemos y no cobramos por ello, lo que nos causa problemas en el hospital, que es privado. El concepto de amor está muy equivocado en nuestra sociedad. Amor es dar.
- Creía que los psiquiatras no deben involucrarse emocionalmente con sus pacientes.
Yo quiero a mis enfermos, tengo 55.000 historias abiertas, e intento curarlos con pastillas, con psicología y con amor. “Doctor –me dicen–, que usted quiera que yo esté bien me da fuerza para estar bien”.
- Es usted un extraño psiquiatra.
He pasado muchos años y muchas horas en manicomios con enfermos muy graves y medicados, pero a los que el amor también les llega.
- Ahora viven en hospitales psiquiátricos.
Sí, han perdido los jardines. Son enfermos que viven encerrados en sí mismos, esquizofrénicos graves, pero responden al amor. Yo he tenido la suerte de buscar siempre la bondad.
- ¿Por qué?
Mi madre me regaló una gran lección. Tuvimos una cocinera durante 40 años en casa; cuando se hizo viejecita se quedó inválida y mi madre nos dijo: “María se queda en casa”. Hasta que murió, siete años después, mi madre le limpió el culo. Teníamos servicio, así que le pregunté: “Mamá, ¿por qué no lo hace la asistenta?”.
- ¿Y qué le contestó?
“Porque no es su trabajo. El trabajo de cuidar a María es mío”. Fue una lección absoluta de valores humanos que me ayudó a crecer.
- ¿Un científico creyente?
Yo no creo en Dios, ojalá, pero sí en la bondad, y en su carencia, que se parece mucho al mal. A los 18 años trabajé en un orfanato en Barcelona; los niños me contaron que sufrían abusos sexuales; cuando dije a la dirección que lo iba a denunciar me amenazaron, me asusté y lo dejé.
Artículo completo: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20170120/413511629424/curo-mas-con-el-amor-que-con-los-farmacos.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=facebook&utm_medium=social
No hay comentarios:
Publicar un comentario