martes, 24 de enero de 2017
“Curo más con el amor que con los fármacos”
La Vanguardia 20/01/02017. Extracto artículo entrevista a Jordi Domigo Ribas.
Soy un psiquiatra biologista conductual clásico.
- Lo sé.
Y puedo asegurar que curo más con el amor que con los fármacos, así que combino ambas cosas.
- Sufrimos una epidemia de ansiedad.
Sí, de ansiedad y de depresión. Mi teoría es que se debe a la falta de valores. La clave está en potenciar tu alma, la capacidad de amar y de dar.
- La clase media venida a menos sobrevivimos entre interminables obligaciones.
Ese exceso de obligaciones y trabajo nos impide crecer espiritualmente.
- No cabe en la agenda.
Por eso olvidamos que nacemos con la felicidad dentro. Crecemos y la buscamos fuera, y así apagamos el entusiasmo y la satisfacción de dar lo que tenemos. Desesperados, hacemos meditación para reducir nuestra ansiedad, pero en general no para crecer. Estamos en mínimos.
- Necesitamos a los otros para crecer.
Sí, necesitamos ser amables con los demás, poner en práctica nuestra generosidad, paciencia y capacidad de comprensión para desarrollarlas; esto es crecimiento interior.
- Amar es un verbo que se debe conjugar.
Los estudios demuestran que los niños que crecen con sus abuelos en casa son más felices y equilibrados. Pero hoy, como molestan y no producen, los dejamos en residencias.
- Hábleme como psiquiatra.
Le estoy hablando como psiquiatra. Le aseguro que la mejor medicina para acabar con la propia ansiedad o depresión es dar amor, a tus plantas, a tu perro, a tu gente..., y si puedes, a todo aquel con quien te cruzas. Pero dar amor para recibir amor..., eso es un contrato.
- Perdone, pero si das y no recibes nada, eso es el desierto.
El otro será el desierto, no tú. Le aseguro que ayudar a morir a una persona te llena de vida. Nosotros lo hacemos y no cobramos por ello, lo que nos causa problemas en el hospital, que es privado. El concepto de amor está muy equivocado en nuestra sociedad. Amor es dar.
- Creía que los psiquiatras no deben involucrarse emocionalmente con sus pacientes.
Yo quiero a mis enfermos, tengo 55.000 historias abiertas, e intento curarlos con pastillas, con psicología y con amor. “Doctor –me dicen–, que usted quiera que yo esté bien me da fuerza para estar bien”.
- Es usted un extraño psiquiatra.
He pasado muchos años y muchas horas en manicomios con enfermos muy graves y medicados, pero a los que el amor también les llega.
- Ahora viven en hospitales psiquiátricos.
Sí, han perdido los jardines. Son enfermos que viven encerrados en sí mismos, esquizofrénicos graves, pero responden al amor. Yo he tenido la suerte de buscar siempre la bondad.
- ¿Por qué?
Mi madre me regaló una gran lección. Tuvimos una cocinera durante 40 años en casa; cuando se hizo viejecita se quedó inválida y mi madre nos dijo: “María se queda en casa”. Hasta que murió, siete años después, mi madre le limpió el culo. Teníamos servicio, así que le pregunté: “Mamá, ¿por qué no lo hace la asistenta?”.
- ¿Y qué le contestó?
“Porque no es su trabajo. El trabajo de cuidar a María es mío”. Fue una lección absoluta de valores humanos que me ayudó a crecer.
- ¿Un científico creyente?
Yo no creo en Dios, ojalá, pero sí en la bondad, y en su carencia, que se parece mucho al mal. A los 18 años trabajé en un orfanato en Barcelona; los niños me contaron que sufrían abusos sexuales; cuando dije a la dirección que lo iba a denunciar me amenazaron, me asusté y lo dejé.
Artículo completo: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20170120/413511629424/curo-mas-con-el-amor-que-con-los-farmacos.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=facebook&utm_medium=social
- Lo sé.
Y puedo asegurar que curo más con el amor que con los fármacos, así que combino ambas cosas.
- Sufrimos una epidemia de ansiedad.
Sí, de ansiedad y de depresión. Mi teoría es que se debe a la falta de valores. La clave está en potenciar tu alma, la capacidad de amar y de dar.
- La clase media venida a menos sobrevivimos entre interminables obligaciones.
Ese exceso de obligaciones y trabajo nos impide crecer espiritualmente.
- No cabe en la agenda.
Por eso olvidamos que nacemos con la felicidad dentro. Crecemos y la buscamos fuera, y así apagamos el entusiasmo y la satisfacción de dar lo que tenemos. Desesperados, hacemos meditación para reducir nuestra ansiedad, pero en general no para crecer. Estamos en mínimos.
- Necesitamos a los otros para crecer.
Sí, necesitamos ser amables con los demás, poner en práctica nuestra generosidad, paciencia y capacidad de comprensión para desarrollarlas; esto es crecimiento interior.
- Amar es un verbo que se debe conjugar.
Los estudios demuestran que los niños que crecen con sus abuelos en casa son más felices y equilibrados. Pero hoy, como molestan y no producen, los dejamos en residencias.
- Hábleme como psiquiatra.
Le estoy hablando como psiquiatra. Le aseguro que la mejor medicina para acabar con la propia ansiedad o depresión es dar amor, a tus plantas, a tu perro, a tu gente..., y si puedes, a todo aquel con quien te cruzas. Pero dar amor para recibir amor..., eso es un contrato.
- Perdone, pero si das y no recibes nada, eso es el desierto.
El otro será el desierto, no tú. Le aseguro que ayudar a morir a una persona te llena de vida. Nosotros lo hacemos y no cobramos por ello, lo que nos causa problemas en el hospital, que es privado. El concepto de amor está muy equivocado en nuestra sociedad. Amor es dar.
- Creía que los psiquiatras no deben involucrarse emocionalmente con sus pacientes.
Yo quiero a mis enfermos, tengo 55.000 historias abiertas, e intento curarlos con pastillas, con psicología y con amor. “Doctor –me dicen–, que usted quiera que yo esté bien me da fuerza para estar bien”.
- Es usted un extraño psiquiatra.
He pasado muchos años y muchas horas en manicomios con enfermos muy graves y medicados, pero a los que el amor también les llega.
- Ahora viven en hospitales psiquiátricos.
Sí, han perdido los jardines. Son enfermos que viven encerrados en sí mismos, esquizofrénicos graves, pero responden al amor. Yo he tenido la suerte de buscar siempre la bondad.
- ¿Por qué?
Mi madre me regaló una gran lección. Tuvimos una cocinera durante 40 años en casa; cuando se hizo viejecita se quedó inválida y mi madre nos dijo: “María se queda en casa”. Hasta que murió, siete años después, mi madre le limpió el culo. Teníamos servicio, así que le pregunté: “Mamá, ¿por qué no lo hace la asistenta?”.
- ¿Y qué le contestó?
“Porque no es su trabajo. El trabajo de cuidar a María es mío”. Fue una lección absoluta de valores humanos que me ayudó a crecer.
- ¿Un científico creyente?
Yo no creo en Dios, ojalá, pero sí en la bondad, y en su carencia, que se parece mucho al mal. A los 18 años trabajé en un orfanato en Barcelona; los niños me contaron que sufrían abusos sexuales; cuando dije a la dirección que lo iba a denunciar me amenazaron, me asusté y lo dejé.
Artículo completo: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20170120/413511629424/curo-mas-con-el-amor-que-con-los-farmacos.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=facebook&utm_medium=social
jueves, 19 de enero de 2017
miércoles, 18 de enero de 2017
“La vuelta a casa: El regreso a sí misma”
Clarissa Pinkola en “Mujeres que corren con lobos” relata el más importante de los ciclos, el del regreso a casa, a la casa salvaje, a la casa del alma.
“El hijo espiritual es la niña milagrosa, que tiene la capacidad de oír la llamada, la lejana voz que nos dice ya es hora de regresar a nosotras mismas. El niño es una parte de nuestra naturaleza medial que nos apremia, pues es capaz de oír la llamada cuando ésta se produce. Es el niño que se despierta del sueño, se levanta de la cama, sale a la ventosa noche y baja corriendo al embravecido mar que nos induce a afirmar…” “Pongo a Dios por testigo de que seguiré por este camino” o “Resistiré”, o “No me desviaré”, o “ Encontraré la manera de seguir adelante”.
Es el hijo quien le devuelve a su madre la piel de foca, la piel del alma. Es él quien le permite regresar a su casa. Este hijo es un poder espiritual que nos induce a seguir adelante con nuestra importante tarea, a rechazar algo, a cambiar nuestra vida, a mejorar nuestra comunidad, a colaborar en el empeño de equilibrar el mundo, todo ello gracias a nuestro regreso a casa. Si una mujer desea participar en estas cosas, es necesario que tenga lugar el difícil matrimonio entre el alma y el ego y tiene que nacer el hijo espiritual. Los objetivos del dominio son la recuperación y el regreso.
Menos mal que existe esta señal natural del regreso a casa, tanto más insistente cuanto mayor es nuestra necesidad de regresar. La señal se dispara cuando todo empieza a ser “demasiado”, tanto en sentido positivo como negativo. Puede haber llegado el momento de regresar a casa, tanto cuando existe demasiado estímulo positivo como cuando se registra una incesante disonancia. Es posible que estemos demasiado inmersas en algo, que algo nos haya agotado demasiado, que nos amen demasiado o demasiado poco, que trabajemos demasiado o demasiado poco. Todas estas cosas tienen un precio muy alto. En presencia de un “demasiado”, nos vamos secando poco a poco, se nos cansa el corazón, empieza a faltarnos la energía y surge en nosotras un misterioso anhelo, que sólo acertamos a describir como “un algo”, que se intensifica cada vez más. Es entonces cuando nos llama el Viejo.
La sensación de sentirnos desagarradas procede del hecho de oír, de manera consciente o inconsciente, que algo nos llama y nos pide que regresemos, algo a lo que no podemos contestar que no, so pena de sufrir un daño.
Si no acudimos cuando es el momento, el alma vendrá a buscarnos…
La vieja foca surge por la noche y el niño avanza a trompicones por la noche…el principal protagonista descubre una asombrosa verdad o recupera un valioso tesoro mientras camina a tientas en la oscuridad... Nada mejor que la oscuridad para que la luz, la maravilla, el tesoro destaquen en toda su magnificencia. La “noche oscura del alma”…
Las imágenes que giran alrededor de la oscuridad transmiten un ancestral mensaje que dice: No temas “no saber”. En distintas fases y en distintos períodos de nuestra vida así tiene que ser. Este aspecto de los cuentos y de los mitos nos anima a responder a la llamada aunque no sepamos adónde vamos, en qué dirección o durante cuánto tiempo.
…lo más temible no es el avance en medio de la oscuridad buscando la piel del alma sino la inmersión en el agua, el regreso efectivo a casa y especialmente la despedida efectiva. Aunque las mujeres regresen a sí mismas, se pongan la piel de foca, se la alisen bien y estén preparadas para la partida, el hecho de irse es muy duro; es muy duro ceder y entregar aquello en lo que habíamos estado ocupadas hasta aquel momento e irnos sin más.
Aunque no se puede regresar de nuevo a la matriz, sí se puede regresar al hogar. Y no sólo es posible sino que es un requisito imprescindible.
Allí no sólo hay tiempo para meditar sino también para aprender y descubrir lo olvidado, lo abandonado y lo enterrado. Allí podemos imaginar el futuro y examinar también los mapas de las cicatrices de la psique, averiguar sus causas y adónde iremos a continuación.
Cuando es la hora, es la hora. Aunque la mujer no esté preparada, aunque las cosas no estén hechas, aunque hoy tenga que llegar el barco. Cuando es la hora, es la hora. La mujer foca regresa al mar, no porque le apetece, no porque hoy es un buen día para ir, no porque su vida está limpia y ordenada; no existe ningún momento limpio y ordenado para nadie. Se va porque es la hora y, por consiguiente, se tiene que ir.
martes, 17 de enero de 2017
Crisis evolutivas
"Las crisis evolutivas son períodos de estrés psicológico que acompañan a los momentos críticos de nuestra vida. Suelen ir acompañadas de grandes conmociones psicológicas que, en ocasiones, alcanzan dimensiones realmente amenazadoras. Estas transiciones pueden presentarse de manera espontánea, como sucede durante la adolescencia o la crisis de la mediana edad, o verse inducidas por técnicas catalizadoras del crecimiento, como la psicoterapia y la meditación. Tengamos en cuenta que el crecimiento psicológico rara vez discurre por cauces apacibles. Muy al contrario, suele verse jalonado por períodos de confusión y cuestionamiento o, en casos extremos, de desorganización y desesperación". Roger Walsh en The World of Shamanism
La desilusión, la crisis, la depresión, la ruptura forman parte del camino. Aunque profundamente dolorosas, nos ofrecen la oportunidad de cultivar el discernimiento y sanar las pautas y tendencias insanas de un modo que pocas terapias consiguen.
Cuando se rompen las ilusiones, bajo las que ocultamos la realidad puede asomar algo más interesante, esencial y verdadero y brota una profunda necesidad interna que nos empuja a tratar de discernir lo que hasta ese momento no habíamos podido o no habíamos querido ver.
Y, cuando vemos, es posible asumir una mayor responsabilidad por nuestra vida, abrirnos a una mayor comprensión, reto y expansión así como la oportunidad de profundizar también en nuestro servicio a la humanidad.
En palabras de A. Lowen "La desilusión es lo único que puede curarnos de la ilusión. Sin desesperación, una especie de período de luto por las ilusiones y fantasías perdidas, jamás podríamos mirar de frente a la realidad. Quizás haya personas que no puedan superar la desilusión, pero lo cierto es que sin ella no puede tener lugar ningún cambio verdaderamente importante".
lunes, 16 de enero de 2017
“El trabajo espiritual se hace en soledad” Marie-Madeleine Davy
“Antes que nada yo plantearía la siguiente pregunta: ¿la soledad es elegida, o uno es elegido por ella?... En la medida en la que se trata de una soledad profunda, de la búsqueda del fondo, de lo esencial, creo que se es elegido por la soledad.
Decir SÍ a una Presencia
…Cuando un ser seducido por lo Eterno, es llamado hacia su fondo, todo se tambalea. Este fondo, no puede ser nombrado, no puede ser conocido, no se le ha oído hablar nunca: ni siquiera se tiene una experiencia de ello. ¿Cómo decir sí?. Y si se dice "si", es un "si" que va a ser repetido, no todos los días, sino a cada instante. Porque el misterio de la soledad, tremendo divino y al mismo tiempo difícil de vivir, consiste en orientarse hacia la plenitud de un "sí". ¿Sí a qué? A una Presencia. Podría también decir un "si" a algo que ignoro. A algo que nace en mí, crece en mí, se despliega en mí... y que yo no puedo nombrar.
En la soledad el hombre-la mujer comprende que es un microcosmos, y que lleva al macrocosmos en sí mismo
El riesgo de la soledad absoluta: el eventual encuentro con la locura. Quizás se tiene miedo de la soledad porque se tiene miedo de volverse loco. ¿Por qué loco? Porque las cosas se disipan. De repente la mirada ve, el oído escucha. Un cartujo del siglo XII lo expresa, y yo comento su texto: "cuando me retiro, cuando estoy en soledad, cierro los ojos, no hay nadie alrededor mío, ningún ruido, ningún sonido. Escucho el murmullo del silencio. Y ese silencio es atravesado por gritos, por vociferaciones; son los animales que tengo en mí." En la soledad me veo. En la soledad me encuentro, me conozco.
La soledad es un espejo. Y ¿quién soporta el tener un espejo ante el rostro?
…En la soledad, el hombre-la mujer recoge su acuerdo con el cosmos. Comprende que él es un microcosmos, que él lleva al macrocosmos en sí. Él es Tierra, él es Aire, Agua, Fuego. Contiene las plantas, el árbol, la flor, los animales, el pájaro y la serpiente. Es un ser humano. Él puede llegar a ser un ser humano completo.
El solitario no tiene nada que acumular; él se libera de estorbos
En la soledad, la dificultad consiste en comprender que lo esencial no es actuar, sino ser…. ahora bien, la soledad enseña esto: lo importante es ser, es decir existir llegando a ser auténtico.
El punto es el símbolo de todo esto. El punto es el cruce. El solitario no tiene nada que adquirir, solo tiene que despojarse.
En la soledad estamos religados
En la soledad se va a escuchar, a percibir el susurro del silencio. El silencio tiene una voz. El silencio habla. El silencio enseña. Nos dice algo… En la soledad, en los momentos en los que uno se acerca al fondo, estamos religados. ¿Religados a qué? ¿a quién?. Religados al Eterno, religados a algo innombrable. No se puede decir nada, absolutamente nada.
En la soledad mis raíces ya no están pegadas en aquello que es transitorio. Las raíces que se sumergen para hacer subir la savia, no pertenecen ya más al mundo visible. Es el mundo invisible el que nutre; el mundo invisible que no cesa de aligerarnos del peso de las pruebas que nos pone la existencia.
Si amo, en la soledad soy como un sol.
En algunos momentos, la soledad parece comparable a una sombra, una niebla, algo denso. No se ve a unos pocos metros por delante y uno parece enloquecer. ¿Por qué? Porque el solitario deja, como dice Chestov, la consciencia común. La omnitud le abandona.
Después de haber entrado en el jardín del conocimiento de sí, el solitario entra en la bodega del vino. La bodega del vino significa el amor al otro. Un amor extraordinario, un amor que es difícil ya que no sabemos amar. El solitario va a comprender que lo importante no es ser amado sino amar. Y amar gratuitamente.
…..El secreto que enseña la soledad, la revelación de la soledad, es la escucha de la fuente, y la fuente me dice: "lo esencial no es ser amado, sino amar". Y si yo amo, en mi soledad, me convierto en un Sol.
El solitario es comparable a un terreno, irrigado por un río de fuego que no viene de él
…El solitario es comparable a un terreno, irrigado por un río de fuego que no viene de él.
¿Cuál es el símbolo del desierto, y por qué el desierto interiorizado nos sumerge en la soledad? El desierto es una tierra estéril, una tierra inhabitada. El desierto designa una tierra en la que se tiene sed.… El solitario va a comprender que tiene sed de eternidad. Tiene sed de algo que no desaparezca, de algo que no pueda morir.
…El solitario desgarra el velo. El solitario súbitamente comprende algo. Las palabras se mueven, las palabras revelan su sentido secreto.
El desierto interior es alcanzado cuando el hombre comprende que todo debe de interiorizarse. El oído se interioriza, la mirada se interioriza. Y la soledad aviva, despliega el sentido de lo interior. El oído, en el desierto interiorizado, va a captar el murmullo de las fuentes.
Nunca tenemos que abandonar las formas, sino aceptar que ellas nos abandonen.
Una vez más, en la soledad, no hay nada que adquirir, solamente despojarse. Eckhart, en un poema que se le atribuye –aunque quizás no sea de él- dice: "¡Oh alma mía, sal! ¡Dios mío, entra!".
El último escollo de la soledad y del desierto interiorizado, puede parecer cruel. Estamos atados a las formas: podemos estar estrechamente ligados a nuestra raza, nuestra patria, nuestra familia, a una tradición, una religión precisa. En la soledad, es posible que seamos abandonados por las formas. Nunca tenemos que abandonar las formas, sino que tenemos que aceptar que ellas nos abandonen.
….En la soledad hay una armonía. En la soledad comprendemos que las formas pertenecen al tiempo, que esas formas están en nosotros, y que es importante integrarlas. En la soledad o en el desierto interiorizado, el hombre va a morir, va a morir necesariamente. Morir a lo transitorio, morir al tiempo, morir al espacio. Se va a volver un hombre universal, rigurosamente universal.
En la soledad tendré la clave de saber que ya somos seres universales.
Yo no oigo el silencio, no percibo mi fuente. ¿Por qué? Porque estoy en el parloteo exterior. Estoy en la danza de las palabras. Estoy en el canto de una expresión. Estoy en el parecer, nada más que en el parecer.
Si mi oído interior nace, si en la soledad se despliega, voy a captar, voy a comprender, voy a tener una experiencia de la cercanía a los misterios, a todos los misterios. Yo recibo un don: la llave de la existencia, la llave del "nuevo nacimiento", la llave del hombre, de la mujer nuevos con relación al "hombre viejo", a la "mujer vieja".…
La soledad, los desiertos provocan un despertar de la escucha. A través del oído interior, es "alguien" en nosotros quien encuentra a "alguien"…
El hombre-la mujer que vive el desierto interiorizado en la soledad, percibe el murmullo de la fuente en el otro... y se maravilla”.
domingo, 15 de enero de 2017
Las personas más bellas...
La princesa y el dragón.
Una historia tradicional sueca relata cómo...“A causa de las fechorías de sus padres, una joven princesa llamada Aris debía ser entregada a un terrible dragón. Cuando el rey y la reina se lo dijeron, temió por su vida. Pero recuperando su ánimo, se dirigió al mercado en busca de una mujer sabia, que había educado a doce hijos y veintinueve nietos, y conocía la senda de los dragones y de los hombres.
La mujer sabia le dijo a Aris que debía casarse con el dragón, pero que habían modos adecuados de acercársele. Luego le dio instrucciones para la noche de bodas. En concreto, instó a la princesa a llevar diez bellos vestidos de novia, uno encima del otro.
La mujer sabia le dijo a Aris que debía casarse con el dragón, pero que habían modos adecuados de acercársele. Luego le dio instrucciones para la noche de bodas. En concreto, instó a la princesa a llevar diez bellos vestidos de novia, uno encima del otro.
Se celebró la boda. Tuvo lugar un banquete en palacio, tras el cual el dragón se llevó a la princesa a su alcoba. Cuando el dragón se aproximó a su desposada, ella lo detuvo diciendo que debía quitarse con mucho cuidado sus vestidos antes de ofrecerle su corazón. También él (le conminó instruida por la mujer sabia) debía quitarse la ropa con atención. A lo que accedió.
“A medida que me quite un vestido, debes hacer lo mismo”. Entonces se quitó el primero de los vestidos y observó cómo el dragón se quitaba la primera capa de escamas. Aunque era doloroso, el dragón lo había hecho antes periódicamente. Pero entonces la princesa se quitó otro vestido, y luego el siguiente. El dragón comprobó que en cada ocasión tenía que quitarse una capa más profunda de escamas. Al llegar al quinto, el dragón empezó a llorar profusamente con lágrimas de dolor. Pero la princesa prosiguió.
Con cada capa sucesiva la piel del dragón se volvía cada vez más tierna y su forma se ablandaba. Se volvía cada vez más ligero. Cuando la princesa se quitó el décimo vestido, el dragón liberó el último vestigio de la forma de dragón y surgió como hombre, un bello príncipe cuyos ojos brillaban como los de un niño, liberado por fin del conjuro de su forma de dragón. La princesa Aris y su nuevo esposo pudieron entonces dedicarse a los placeres de la luna de miel, para satisfacer el último consejo de esta sabia mujer que tenía doce niños y veintinueve nietos”.
El poeta Rilke lo expresa también de un modo bello:
"Quizás los dragones que amenazan nuestra vida
no sean sino princesas anhelantes
que sólo aguardan un indicio
de nuestra apostura y valentía.
Quizás en lo más hondo
lo que más terrible nos parece
sólo ansía nuestro amor".
Todos los personajes de este relato los podemos encontrar en nuestro interior. El viaje no consiste en ir hacia la luz, las fuerzas de nuestra historia y de nuestras luchas son tenaces y poderosas. La senda que conduce hacia la libertad interior exige pasar por ello, una purificación difícil: limpiar, soltar, deshacer,.. es doloroso darnos cuenta de todas las escamas que llevamos encima, desprendernos de ellas, encontrarnos cara a cara con los fieros dragones que custodian el camino,... exige sumergirnos en el océano de las lágrimas.
viernes, 13 de enero de 2017
El sendero eres tú.
“El deseo de libertad, liberación, iluminación, realización personal, desarrollo interior, o como quiera que lo llamemos, no es una respuesta a una llamada del exterior.
No es un deseo de mejorar. No es un intento de realizar algún tipo de modelo ideal que tenemos en mente. No es cumplir con los preceptos de algunas creencias u opiniones…
La búsqueda es un asunto muy personal, un interés profundamente personal... Es una respuesta a una llamada profunda de nuestro interior. Se trata de nuestra propia falta de armonía, tal y como la experimentamos, de nuestro propio cuestionamiento y anhelo personal.
Si lo que se busca es alcanzar el conocimiento o la realización personal,…entonces no estamos preparados aún,..
La inquietud debe partir de uno mismo, de nuestras propias profundidades. Las preguntas deben referirse a la situación, a la mente de uno mismo, y no a algún sistema que alguien haya creado. Se puede recurrir a cualquier sistema, pero al final se trata de la propia vida, de la mente y la búsqueda de uno mismo.
La iluminación no va a provenir de ningún sistema, sino que debe resolver y clarificar la situación de uno mismo. La realización debe satisfacer y cumplir las exigencias de nuestro propio corazón y no los estándares de ningún sistema. La liberación debe ser personal, de uno mismo.
Así pues, el sendero eres tú, tu mente y tu corazón. La llamada es tu llamada, sólo le importa a tu vida y apela íntimamente a ti.
La llamada, el camino y la realización son un asunto íntimamente personal. Todo lo demás no, pues no puedes utilizarlo en tu favor ni en el de los demás, aunque la solución final de tu situación personal es tuya y la puedes utilizar también para los demás.
La búsqueda no produce mejora o perfección. Produce madurez, humanidad y sabiduría”.
A. H. Almaas “Essence”
jueves, 12 de enero de 2017
A la intemperie...
“Sólo cuando uno aprende a quedarse en la total intemperie, sin techo que le proteja del cosmos inmenso, sin paredes que le resguarden de los vientos, sin refugio alguno;
sólo cuando uno renuncia a poder disponer de un cercado donde sentirse menos insignificante en el vasto espacio;
sólo cuando, con los años, uno aprende a no esperar que la verdad tenga un rostro delimitado y próximo;
sólo cuando se ha aprendido, por fin, a no intentar, de mil maneras, salvarse;
sólo entonces, la verdad es inhóspita pero profundamente hospitalaria;
despiadada como la inmensidad pero acogedora como una amante;
vacía como un abismo pero haciéndose sentir con una presencia plena y cálida”.
Marià Corbí
miércoles, 11 de enero de 2017
Quién eres tú... realmente. Por Gangaji
Cualquier pensamiento que hayas tenido sobre ti mismo, no es quien eres. Es sólo un pensamiento. La verdad de quien eres, no puede ser "pensada", porque ella es la fuente de todos los pensamientos.
No se puede definir o darle nombre a la verdad de quién eres.
Palabras como alma, luz, Dios, verdad, ser, conciencia, inteligencia universal o divinidad, aunque sean capaces de evocar el éxtasis de la verdad, son insuficientes como descripción de la inmensidad de quien eres realmente.
Independientemente de cómo te identifiques: como un niño, un adolescente, una madre, un padre, una persona más adulta, una persona saludable, una persona enferma, una persona que sufre o una persona iluminada, siempre, detrás de todo eso, está la verdad de ti mismo. No es ajena a ti.
Está tan cerca que no puedes creer que eres tú.
No existe un concepto para definir la verdad de quien eres, ignorante o iluminado, inútil o grandioso.
La verdad de quien eres, está libre de todo eso. Ya eres libre, y todo lo que te impide lograr esa libertad es tu apego a alguna idea sobre quién eres.
Este pensamiento no impide que seas la verdad de quien eres y te separa del descubrimiento de quien eres realmente. Tú ya eres eso.
Te invito a dejar que tu atención se sumerja en aquello que siempre ha estado ahí, esperando abiertamente por su propio auto-descubrimiento.
¿Quién eres, realmente?
¿Eres alguna imagen que aparece en tu mente?
¿Eres alguna sensación que aparece en tu cuerpo?
¿Eres tú alguna emoción que pasa por tu mente o tu cuerpo?
¿Eres algo que alguien dice que tú eres?
¿O eres la rebeldía contra algo que alguien ha dicho que eres?
Estos son algunos de los muchos errores de identificación. Todas estas definiciones vienen y se van, nacen y después mueren.
La verdad de lo que eres, no viene y se va.
Ella está presente antes del nacimiento, durante toda la vida y después de la muerte.
Descubrir la verdad de quién eres, no sólo es posible, es tu derecho de nacimiento.
Cualquier pensamiento de que este descubrimiento no es para ti, que aún no es tiempo, que no eres digno, que no estás listo, que tú ya sabes quién eres, son sólo trucos de la mente.
Es hora de investigar este pensamiento y ver qué validez realmente tiene.
En esta investigación existe una apertura para que la conciencia inteligente que eres, finalmente se reconozca a sí misma.
La pregunta más importante que puedes hacerte es: ¿Quién soy yo?
En cierta forma, esta ha sido una cuestión implícita, hecha en cada etapa de tu vida.
Toda actividad, sea individual o colectiva, es motivada en su raíz por una búsqueda de auto-definición.
Normalmente, buscas una respuesta positiva a esta pregunta y huyes de una respuesta negativa. Cuando esta pregunta se vuelve explícita, el impulso y el poder de la pregunta orientan a la búsqueda de la verdadera respuesta, la cual está abierta, viva y llena de una "comprensión" cada vez más profunda.
Tú has experimentado tanto el éxito como el fracaso.
Después de un cierto tiempo, tarde o temprano, podrás percibir quien eres, independientemente de que la definición no sea satisfactoria.
A menos que esta pregunta haya sido "verdaderamente respondida", no sólo convencionalmente respondida, seguirás con el hambre de saber. Puesto que no importa cómo hayas sido definido por los otros, bien intencionado o no, y no importa cómo te hayas definido a ti mismo, ninguna definición puede traer certidumbre duradera.
El momento en que reconozcas que ninguna respuesta jamás ha satisfecho esta pregunta, es crucial.
A menudo se lo denomina como el momento de madurez espiritual, el momento de madurez de la vida espiritual.
En este punto, tu puedes conscientemente investigar quien realmente eres.
En su poder y en su simplicidad la pregunta "¿Quién soy yo?" lanza la mente de nuevo a la raíz de la identificación personal, la hipótesis básica: yo soy alguien. En vez de automáticamente aceptar esta suposición como la verdad, puedes investigar más.
No es difícil ver que este pensamiento inicial de "yo soy alguien", conduce a todo tipo de estrategias: ser un mejor "alguien", un "alguien" más protegido, un "alguien" con más placer, más confortable, más realizado. Pero cuando este pensamiento muy básico es cuestionado, la mente encuentra el yo, el cual estaba separado de lo que ella estaba buscando. Esto se llama auto-investigación.
La pregunta más básica: "¿Quién soy yo?" es la más olvidada. Pasamos la mayor parte de nuestros días diciéndonos a nosotros mismos, o a los demás, que somos alguien importante, alguien sin importancia, alguien grande, alguien pequeño, alguien joven o alguien viejo, sin nunca realmente cuestionar esta suposición tan básica:
¿Quién eres, realmente?
¿Cómo sabes que esto es quien eres en realidad?
¿es verdad? ¿realmente?
Cuando llevas tu atención hacia esta pregunta "¿Quién soy yo?" tal vez veas una entidad que tiene tu cara y tu cuerpo, pero ¿quién es realmente consciente de esta entidad?
¿Eres el objeto, o la percepción del objeto? El objeto viene y se va. El padre, el niño, el amante, el abandonado, el iluminado, el victorioso, o el derrotado. Todas estas identificaciones vienen y se van. La percepción de estas identificaciones está siempre presentes.
La identificación errada de uno mismo como algún objeto dentro de la percepción lleva al extremo placer o extremo dolor y a ciclos interminables de sufrimiento.
Cuando estás dispuesto a terminar con la identificación equivocada y descubrir directa y completamente que tú eres la propia conciencia y no estas definiciones efímeras, la búsqueda de ti mismo en la mente, en los pensamientos, termina.
Cuando la pregunta "¿quién?" es perseguida de forma inocente, pura, en todo el camino de vuelta a su origen, surge un gran y asombroso descubrimiento: ¡no hay absolutamente ninguna entidad allí!.
Apenas el indefinible e ilimitado reconocimiento de ti mismo como inseparable de cualquier otra cosa.
Eres libre, estás completo, eres infinito. No hay final para ti, no hay límite.
Cualquier idea sobre ti mismo que aparezca, desaparecerá de vuelta en ti.
Eres la percepción y la percepción es la conciencia. Deja que todas las auto-definiciones mueran en ese momento. Déjalas ir y observa lo que permanece.
Ve lo que nunca ha nacido y lo que no muere.
Siente el alivio de dejar caer la carga de definirte a ti mismo.
Experimenta la verdad de la irrealidad de la carga.
Experimenta la alegría que está aquí.
Descansa en la infinita paz de tu verdadera naturaleza antes de que cualquier pensamiento de "yo" surja.
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