Esta herida surge entre el primer y tercer año de vida. Mientras que la herida del rechazo se sitúa en el “ser”, la herida que se vive en el abandono la encontramos en el plano del “tener” y el “hacer”.
Muchas personas que sufren la herida de abandono experimentaron de pequeñas una profunda falta de comunicación y se desencadenó con el progenitor del sexo opuesto. Continuará apareciendo y dificultando las relaciones con cualquier otra persona del mismo sexo que ese progenitor. Pudiste recibir mucha atención pero no la adecuada o sentirte abrumad@.
La máscara que se crea para intentar ocultar su herida es la del dependiente.
Esta máscara se caracteriza por un cuerpo que carece de tono. Cuerpo largo, delgado y encorvado. El sistema muscular no está suficientemente desarrollado y parece no poder sostener el cuerpo erguido, como si necesitara ayuda para hacerlo. El dependiente cree que no puede lograr nada por sí mismo, y por tanto, tiene necesidad de alguien más como sustento. Su cuerpo refleja esa necesidad de apoyo. Es fácil ver en esa persona al niñ@ pequeñ@ que necesita ayuda. Ojos tristes y grandes, con mirada que atrae; piernas débiles, brazos demasiado largos pegados al cuerpo. Quizá se encuentren caídas algunas partes de su cuerpo: hombros, pecho, glúteos, rodillas, vientre,… La característica más sobresaliente del dependiente es la falta de tono muscular. Cada vez con más frecuencia se recurre a la cirugía o al gimnasio para ocultar nuestro cuerpo, ocultando las heridas, una transformación aparente.
El dependiente es propenso a convertirse en víctima. Es una persona que crea todo tipo de problemas, especialmente de salud, para llamar la atención, porque cree que nunca recibe suficiente atención y apoyo. La dependencia también es una forma de obtener atención.
El dependiente es una persona que dramatiza mucho. No considera que lo que vive sean problemas, ya que estas situaciones le aportan el beneficio de tener atención, lo que le evita sentirse abandonado. Para este tipo de persona, sentirse abandonada es más doloroso que vivir los múltiples problemas que atrae su vida. Cuanto más víctima se sienta, más profunda es su herida de abandono.
A la víctima también le suele gustar desempeñar el papel de salvador, medios sutiles para recibir atención y sentirse importante. Esta actitud suele provocar malestares en la espalda, al cargar sobre sí responsabilidades que no le corresponden.
Necesita sentir el apoyo y la presencia de los otros. Cuando hace algo por los demás, es con la intención de recibir afecto y sentirse amado a cambio.
Cuando emprende una actividad agradable con alguien, el dependiente desea que dure, y cuando la actividad termina percibe el final como un abandono.
Sufre altibajos entre sentirse feliz y la tristeza y el malhumor, sin motivo aparente. En el fondo es por temor a la soledad, convencido de no poder soportarla. Dispuesto a aguantar situaciones difíciles en lugar de ponerles fin, por temor al abandono.
El dependiente ama el sufrimiento. Hay situaciones en las que el sufrimiento de abandonar es mayor que aguantar lo que se está viviendo, porque no puede admitir su herida, ya que al hacerlo correría el riesgo de revivir el sufrimiento que la propia herida representa. La dificultad para ver los problemas que vive en pareja, le lleva a aferrarse a la otra persona y hacer todo lo posible por miedo a no ser abandonada.
En la persona dependiente que actúa como víctima se observa una voz infantil y la tendencia a hacer muchas preguntas. Cuando pide ayuda, siempre con dificultad para aceptar una negativa y con tendencia a insistir, utilizando incluso la manipulación y el chantaje para obtener lo que desea.
Aunque pida consejos porque no se cree capaz, hará lo que él mismo desea, ya que no busca ayuda sino apoyo.
Suele utilizar vocabulario como “ausente, solo, no soporto, no me sueltan…”. Palabras como “dejar” para el dependiente se traducen como abandono.
El grado de ansiedad que vive al estar solo determina la magnitud del sufrimiento. Se produce una sensación de aislamiento cerrándose a ese algo o alguien que tanto desea tener a su lado y no se abre por temor a no poder enfrentarla, teme las emociones que le producirá la atención que recibirá de la otra persona. Tan pronto se intensifica una relación se las arregla para sabotearla y ponerle fin.
Cuando se siente abandonado considera que no es lo suficientemente importante para atraer la atención del otro y experimenta una gran tristeza. Tiene necesidad, a cualquier precio, de que los demás le hagan sentir importante y de que lo tengan en cuenta, ya que es algo que no puede hacer solo.
Creerse independiente es una reacción muy común del dependiente, que acentúa y oculta la herida de abandono, aunque el dependiente busca más la autonomía que la independencia.
Salir de un lugar o dejar una situación también le resulta difícil.
La tristeza es la emoción más intensa que experimenta el dependiente. Constantemente la siente en lo más profundo de su ser sin que pueda comprender o explicar de dónde proviene. Para no sentirla busca la presencia de otros, aunque también es capaz de irse al extremo opuesto, de alejarse y apartarse.
Es cálido con los demás porque cree que así los otros serán con él afectuosos, atentos, cálidos y no autoritarios.
Teme también toda forma de autoridad.
Llora fácilmente cuando habla de sus problemas acusando a los demás de haberle ignorado y abandonado.
Suele utilizar el sexo para apegarse a la otra persona, lo desea más que su pareja y se queja de no tener suficiente sexo.
Las personas en quienes predomina la herida de abandono temen a la muerte.
Tendencia a la bulimia. Puede comer mucho sin subir de peso ya que su actitud interior general radica en nunca estar satisfecho. Este es también el mensaje que su cuerpo recibe cuando come, y su cuerpo reacciona no engordando. Prefiere los alimentos blandos, le gusta mucho el pan, come lentamente para prolongar el placer y la atención.
El dependiente se distingue por haber sido un niño enfermizo, débil o endeble. Las enfermedades más frecuentes que padecen son: asma, lumbalgia, bronquitis, migrañas, agorafobia, diabetes, miopía, histeria, depresión, enfermedades raras,… un sistema digestivo frágil, la carencia en el nivel afectivo y el miedo al futuro y a enfrentarlo solo.
En espacios públicos, reuniones, talleres,.. evitan las preguntas en público pues les interesa la atención que se les pueda dar en privado. Otra manera de atraer la atención es ocupando un puesto público, a través de los cuales acceden a un amplio auditorio.
Durante la infancia, la niña se agarra a su padre, y el niño a su madre. En la pareja, el dependiente se apoya en el otro o le toma de la mano o lo toca con frecuencia. Cuando está de pie buscará apoyarse contra un muro, una puerta.. incluso sentado le resulta difícil estar erguido o se sienta de cualquier manera. Le resulta difícil mantenerse erguido y su espalda tiende a encorvarse hacia adelante.
La persona dependiente se fusiona fácilmente con los demás, sintiéndose responsable tanto de la desdicha como de la felicidad de los demás, siente la emociones de los otros y se deja invadir fácilmente por ellas.
La herida de abandono significa también que te has abandonado a ti mismo o que abandonas a los demás, las situaciones o los proyectos. Necesita la atención y presencia de otros, pero no es capaz de ver el número de ocasiones en las que él no hizo por los demás lo que le pedían.
Es habitual que la persona que sufre de abandono también suele sufrir rechazo. La mayoría de las personas tenemos varias heridas, aunque no todas expresan el mismo grado de dolor. La intensidad de la herida determina la profundidad de la máscara. La herida más evidente indica cuál es la que la persona sufre con más frecuencia.
Las características y actitudes descritas sólo se presentan cuando la persona que sufre abandono decide ponerse su máscara de dependiente, creyendo que así evitará precisamente sufrir abandono. Esta máscara puede llevarse de manera ocasional o frecuente, según la gravedad de la herida y la intensidad del dolor.
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